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Méjico Máxico (MC 2)

Por Zermeño



El día de hoy no hablaremos de los pésimos partidos que la Selección mexicana de fútbol ha protagonizado durante décadas, sino de lo pésimo que resulta tener decenas de Partidos Políticos en México, el costo que esto representa para el erario público, la evolución de estos y el “chapulineo” tan característico en el país. En las pasadas elecciones (2018) participaron 9 Partidos Políticos; en 3 coaliciones, y 2 candidatos independientes, los cuales gastaron (en conjunto y de manera autorizada) más de $6,700 MDP, siendo las elecciones más caras en la historia de nuestro México Mágico.

2018
Cuando AMLO llegó a la silla presidencial habló de austeridad, pero nunca ha sido muy transparente en algunos gastos. Tan sólo MORENA; el partido que lo llevó al poder, ejerció un gasto superior a los $207 MDP, además de ser acusado de usar dinero destinado a los damnificados. Aunque la acusación no pasó a mayores; como la mayoría de los delitos electorales en el país, de haber sido encontrados culpables, se hubiera multado al partido por 197 millones, pero Obrador hubiera conservado el poder.
Así cómo MORENA, el PRI, PAN, PRD, el resto de partidos políticos y hasta los candidatos independientes fueron acusados de usar recursos obtenidos de manera ilícita, pero las consecuencias no fueron más allá de multas irrisorias (tomando en cuenta las cantidades que manejaron). Pareciera ridículo pedir que se hubieran repetido las elecciones, pero el no haber consecuencias es algo que ocurrió en las elecciones previas y en las intermedias que se han dado durante lo que va del sexenio. 
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Antecedentes

De botepronto, podríamos decir que el PRI es el primer Partido Político de México, pero eso es solo parcialmente cierto. Si bien, es cierto que el PNR (primer nombre con el que se conoció al PRI) es el partido más viejo conformado de manera oficial, previamente ya había “opciones políticas”. Al inicio del México Independiente (Imperio mexicano) nacieron tres corrientes políticas con el interés de resolver los problemas de la nueva nación. Estos grupos eran los iturbidistas, los borbónicos y los insurgentes (también conocidos como republicanos), sin embargo, el desorden acaecido por la guerra impedía la formación de grupos políticos estables, pues primero se debía consolidar la Independencia y ser reconocidos como nación en el extranjero.

Los borbonistas, eran españoles de tendencia liberal, estaban en favor de traer a un príncipe de la Casa de Borbón, y eran simpatizantes de la Constitución de Cádiz. Los iturbidistas, buscaban la asunción de Agustín de Iturbide al Trono Imperial de México. Por su parte, los insurgentes y sus devotos, tenían poca inclinación a Iturbide y a sus ideas, en su lugar mostraban una tendencia marcadamente republicana y comenzaron a reunirse al interior del Congreso.

Previamente, al inicio de la Guerra de Independencia (1810-1812), surgieron grupos masones que tuvieron gran influencia tanto en la lucha independentista, como en en las decisiones políticas. Los ciudadanos con intereses en participar políticamente en el manejo de los asuntos públicos y en la conducción del gobierno se integraron a las logias masónicas que de algún modo fungieron como una especie de partidos políticos. A diferencia de lo que se suele imaginar, estos grupos trabajaban en oposición: por un lado, las logias yorkinas estaban compuestas por insurgentes y progresistas, mientras los practicantes del rito escocés estaban del lado del Rey de España.

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La fuerza política de la masonería empezó a decaer a raíz de los excesos en que habían caído ambos grupos, contribuyendo a crear un clima adverso hacia sus prácticas. Además, las logias tenían fuertes conexiones con sus contrapartes en las potencias extranjeras, restándoles credibilidad y autenticidad como grupos idóneos para canalizar la participación política, no obstante encontraron otros caminos para seguir siendo parte de la vida política del país.

Las logias como opción política desaparecieron,  pero de los mismos hombres surgieron los federalistas y los centralistas. Los primeros buscaban establecer una república federal representativa y una renovación política con tolerancia política y religiosa, así como liberalismo económico. Los segundos, por su parte, querían establecer un gobierno central absoluto, intolerante política y socialmente. Durante la Guerra de Reforma, los federalistas se consolidaron como liberales y los centralistas como conservadores, grupos que en realidad no eran partidos políticos, sino movimientos políticos, formados en torno a los gobiernos o a los caudillos militares y civiles de mayor envergadura. Estos grupos no tenían una verdadera estructura ni la reglamentación interna que caracteriza a un verdadero partido, pero su destino estaba regularmente sujetos a las virtudes personales de quienes los dirigían, como el caso del triunfo de los liberales, guiados por Juárez (masón), sobre los conservadores.

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Durante el gobierno de Juárez, el partido liberal conformó los denominados clubes políticos, “organismos” utilizados para proponer candidatos y para discutir y aprobar programas políticos. Para mala fortuna de estos entes, desaparecieron pasando las elecciones, aunque lograron constituir un intento loable por establecer un sistema político democrático.

El porfiriato se caracterizó por la filosofía de la “poca política verdadera y la mucha administración”. Esta etapa no solo se caracterizó por la represión física contra la oposición, sino también por la dictadura de las ideas como herramienta represora. Cual tecnócratas actuales, algunos intelectuales a favor de Díaz comenzaron a usar el lema “orden y progreso” para señalar que las energías nacionales debían encauzarse hacia la consecución de la paz civil y por ende al desarrollo del país.

En 1892 surgió la Unión Liberal; intelectuales y notables profesionistas bajo el liderazgo de Justo Sierra, agrupación que diseñó un proyecto sobre el que debía basarse la administración pública. Posteriormente nacieron los llamados “científicos”, que después se compondrían de financieros y políticos afines a Díaz. No hubo oposición hasta que Bernardo Reyes apareció en la escena pública, generando que los últimos años del porfiriato se viviera una lucha entre científicos y reyistas, así como el nacimiento de otros grupos.

En 1901 se creó el Club Liberal Ponciano Arriaga, grupo que buscaba el regreso de los principios de la Constitución de 1857, así como el restablecimiento de las libertades pérdidas durante la gestión de Díaz. Posteriormente surgió la Asociación Liberal Reformista y, tiempo después, el Club Liberal Redención. Paralelamente, los hermanos Flores Magón y varios periodistas crearon el periódico Regeneración; hito en la historia del periodismo independiente. Ricardo Flores Magón y algunos periodistas fueron perseguidos y hasta encarcelados por sus críticas al gobierno. Ricardo se exilió a Estados Unidos y fundó el Partido Liberal Mexicano (partido que ayudó a la preparación y ejecución de huelgas y numerosos movimientos relevantes para la Revolución Mexicana), junto a otros compatriotas. Finalmente, pugnas al interior del partido terminaron disolviéndolo.

James Creelman; periodista gringo, entrevistó a Díaz, quien prometió no se postularía en las elecciones de 1910 y que aceptaba la fundación de un partido de oposición. Aunque no se retiró, sus declaraciones se tradujeron en la formación de diversos grupos políticos, sin embargo, por su estructura, estas agrupaciones no llegaron a conformar verdaderos partidos políticos. Uno de estos grupos fue el Partido Democrático de Sentíes, Calero, Batalla y Urueta, organismo que contaba con opositores a Díaz, pero era auspiciado por este, generando desconfianza de la población y desapareciendo por tal razón.

El año previo a la Revolución Mexicana, Madero y otros opositores fundaron el Centro Antireeleccionista de la Ciudad de México, después nombrado Partido Nacional Antireeleccionista. Después de las elecciones de 1910, Madero recurrió a movimientos armados y a través del Plan de San Luis Potosí declaró nulas las elecciones, proclamándose presidente provisional del país. Madero hizo un llamado a la insurrección, dando arranque a la Revolución Mexicana, movimiento que culminó el 25 de mayo de 1911 con la renuncia de Porfirio Díaz.

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Madero ganó las elecciones con un clima democrático jamás vívido en el país, despertando la libertad de expresión como nunca antes y el nacimiento de diversos partidos políticos, refundándose el Partido Antirreeleccionista; ahora llamado Partido Constitucional Progresista, así como el Partido Colectivo Nacional, de tipo conservador, el Partido Popular Evolucionista; contrario a Madero, el Partido Nacional Independiente, el Partido Liberal Rojo y el Partido Nacionalista Democrático que primero apoyó a Bernardo Reyes y, posteriormente a Madero. Aunque este nuevo modelo democrático tenía sus defensores, esta gama de opciones políticas generó críticas de quienes creían que este hecho sumiera al país en el caos. Esta nueva democracia se truncó muy pronto debido a la proliferación de movimientos conspiratorios y subversivos, traduciéndose en los asesinatos de Madero y Pino Suárez, así como la subsecuente toma de poder por parte de Victoriano Huerta.

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Las armas volvieron a tomar el poder de los partidos políticos. Después de la derrota de Huerta, los Carrancistas, zapatistas y villistas se pelearon por el poder, poniendo los intereses personales del caudillo al que “representaban”, antes que los de la nación. Carranza y Obregón vencieron a Villa, instalando al primero en la presidencia, quien convocó al Congreso Constituyente que comenzó sus sesiones en Querétaro el 1 de diciembre de 1916. Los congresistas no pertenecían a un partido, pero su actitud ante las prescripciones constitucionales formaron un ala radical y un ala moderada.

Con la Constitución del 5 de febrero de 1917 y la Ley Electoral de 1918, arrancó otra etapa política en el país alentando la creación de nuevos partidos políticos. A raíz de esto, nació el Partido Liberal Constitucionalista; bajo la mano de Álvaro Obregón. Obregón comenzó a tener fricciones con Carranza y encontró apoyo en dicho partido, ganando la presidencia contra el candidato de Carranza. El Partido Laborista Mexicano y el Partido Nacional Agrarista también brindaron apoyo a Obregón. Otros partidos nacionales fueron el Partido Nacional Cooperativista; que propagaba el cooperativismo para elevar las condiciones económicas del pueblo, el Partido Socialista Obrero; agrupación de trabajadores que rompió el abstencionismo político del proletariado y el Partido Comunista Mexicano; de corte marxista-leninista. A excepción del PSO y el PCM, el resto de partidos era caudillistas, uniendo el destino del caudillo con el del partido. Además de los partidos [nacionales] ya mencionados, surgieron partidos políticos a nivel regional, algunos debido a la naciente inquietud ciudadana de participar en la política y, otros en favor de intereses de caudillos y caciques locales. Ciertos partidos alcanzaron impacto nacional, como el Partido Socialista del Sureste, el Partido Socialista Agrario de Campeche y el Partido Socialista Fronterizo del Estado Federal de Tamaulipas (cuya documentación y organización sirvieron de modelo para la creación del PNR, primer antecedente del actual PRI).



La alternancia contemporánea

El primero de marzo de 1929 surge el Partido Nacional Revolucionario (PNR), bajo el mando de Plutarco Elías Calles. En 1938; presidido por Luis I. Rodríguez, cambian el nombre a Partido de la Revolución Mexicana (PRM). Finalmente, en 1946 adoptan el nombre con que lo conocemos actualmente Partido Revolucionario Institucional (PRI).

Desde su nacimiento, el PRI gobernó el país por 70 años, no habiendo alternancia política ni en los gobiernos estatales sino hasta 1989 que Ernesto Ruffo Appel; emanado del Partido Acción Nacional (PAN), ganó la  gubernatura de Tijuana. En esas mismas elecciones se disputaron 4 ayuntamientos de dicho estado, ganando 2 de ellos Acción Nacional y los otros 2 el Revolucionario Institucional. La gubernatura también se la disputaron el Partido de la Revolución Democrática (PRD), el Partido Auténtico de la Revolución Mexicana (PARM), el Partido del Frente Cardenista de la Reconstrucción Nacional (PFCRN) y el Partido Popular Nacional (PPS), pero juntos no alcanzaron ni el 6% de la votación. Además de estos 6 partidos, los ayuntamientos fueron disputados también por el Partido Demócrata Mexicano (PDM) y el Partido Revolucionario de los Trabajadores (PRT).

Carlos Salinas de Gortari era Presidente de México cuando se dio el hecho anterior, a él le sucedió Ernesto Zedillo Ponce de León; último Presidente consecutivo del PRI, justo el último año del S. XX y del 2o milenio (no pretendo verme supersticioso, pero se lee mamalón). El 2 de julio del 2000, Vicente Fox Quesada; salido de las filas de Acción Nacional, gana las elecciones presidenciales, convirtiéndose en el primer presidente de oposición. Fox representaba la Alianza por el Cambio; compuesta por Acción Nacional y el Partido Verde Ecologista de México (PVEM) y ganó en el 42.52% de los votos. En estas elecciones también participaron: el PRI, la Alianza por México; [compuesta por el PRD, el Partido del Trabajo (PT), Convergencia por la Democracia, Partido Alianza Social (PAS) y el Partido de la Sociedad Nacionalista (PSN)], el Partido Democracia Nacional (PDN), el Partido de Centro Democrático (PCD) y el PARM.

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En el 2006, Felipe Calderón Hinojosa ganó las elecciones presidenciales, representando al PAN; partido que esta vez participó sin coalición. En segundo lugar quedó la Coalición por el bien de Todos [representada por Andrés Manuel López Obrador y compuesta por el PRD, el PT y Convergencia], el  PRI; aún en coalición con el PVEM (sí, los mismos que 6 años antes compitieron de la mano de FOX) quedaron en 3er lugar. El Partido Alternativa Socialdemócrata y Campesina (PASC) y el Partido Nueva Alianza (PANAL) también participaron en estas elecciones. Roberto Campa, quien era candidato del PANAL, había renunciado meses antes al PRI y el jingle “Uno de tres por Nueva Alianza” ayudó al partido a conservar su registro, mostrando que para los partidos es importante seguir recibiendo presupuesto.

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En 2012, PRI y PVEM repitieron alianza; bajo el nombre de Compromiso por México y ganaron la presidencia con Enrique Peña Nieto como su candidato. López Obrador se lanzó por segunda vez como candidato presidencial, esta vez con el Movimiento Progresista [compuesto por el PRD, el PT y Movimiento Ciudadano (MC)]. El PAN quedó en 3a posición con Josefina Vázquez Mota, 6a mujer en competir en elecciones presidenciales y primera en tener más del 25% de votos. El PANAL fue el otro partido que participó en estas elecciones.

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La 3a es la vencida o al menos lo fue para AMLO, quien ganó las elecciones de 2018 con la coalición “Juntos haremos historia” [compuesta por el Movimiento de Regeneración Social (Morena), PT y el Partido Encuentro Social (PES)]. Ricardo Anaya Cortés participo con la coalición “Por México al Frente”; [compuesta por el PAN, el PRD y MC], quedando en 2o lugar. José Antonio Meade Kuribreña quedó en 3a posición con la coalición “Todos por México” [compuesta por el PRI, el PVEM y el PANAL]. También participaron como candidatos independientes Jaime Rodríguez Calderón y Margarita Ester Zavala Gómez del Campo; esposa del expresidente Calderón.

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Cabe destacar que estas últimas elecciones se caracterizaron por los contrastes y una caricaturización de la política. Empezando por coaliciones poco ortodoxas: el PES es un partido de corte cristiano; con principios muy alejados a los de MORENA y el PT, por otro lado, el PAN es un partido de derecha, mientras PRD y MC son de izquierda. López Obrador usó como parte de su campaña un “sentimiento” anti PRIANista, pero en realidad él salió de las filas del PRI en su natal Tabasco. Anaya “ganó” las elecciones internas de su partido, aunque en realidad fue el único candidato. El PANAL realizó una miniserie llamada “La decisión de Bety”; trama romántica que trataba del dilema que representaba elegir entre los candidatos presidenciales, producción que solo se tradujo en el 16.4% de la votación para Meade y que el PANAL perdiera su registro al no alcanzar el 3% de los votos.



Consideraciones finales

El peor castigo que un partido puede tener es perder su registro, pero este no se da por violar la ley electoral, sino por no alcanzar un mínimo de votantes. Aunque, en realidad no es algo que preocupe a la clase política, pues cada elección se pueden crear nuevos partidos políticos, que en su conjunto tienen un nuevo nombre, pero que en integrantes repiten nombres y apellidos. Esto, aunado a las coaliciones; con partidos que ni siquiera comparten ideología, la política termina convirtiéndose en un jugoso negocio y no en un oficio de servicio.

Contemplando el gasto generado en 2018, considero que el presupuesto no debería ser por partido sino por candidato, pues el sistema actual representa un gran derroche. Más aún, ahora que el financiamiento es de las arcas de la Nación, es un desperdicio gastar en este rubro teniendo tantas necesidades.

Los políticos van brincando; cual chapulines, de partido en partido, mamando el dinero del pueblo y legislando para su propio beneficio. Los candidatos, ya sean independientes o pertenecientes a un partido político no deberían recibir financiamiento proveniente del erario, sino por parte de sus simpatizantes.

Bonus Track

Para que no se sientan engañados por la imagen que encabeza este trabajo, les dejaré un dato sobre le Selección Nacional de Fútbol Mexicana. Con la llegada de AMLO a la silla presidencial y su política de austeridad republicana, el Tricolor perdió un contrato de patrocinio con la marca turística México, dejando de recibir $34.8 MDP cada año.

El Presidente López Obrador desapareció el Consejo de Promoción Turística de México (CPTM), so pretexto, no cumplió con la captación de divisas por turismo. El conjunto nacional recibió $69.6 MDP; entre febrero de 2017 y octubre de 2018, por parte del CPTM para hacer promoción a la marca.

Ahora sí, me despido recordando al lector que todo es político, hasta el deporte.

Enlaces externos:
México 2018: Las elecciones más caras de la Historia
Instituto Nacional Electoral
Origen y evolución de los partidos políticos en México
Primer Congreso Constituyente Mexicano



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