Hay muchas historias en torno a la Biblioteca de Alejandría, dentro de las más extendidas, se nos dice que tenía libros provenientes de todo el mundo, que juntó más ejemplares que ninguna otra biblioteca en la historia de la humanidad, que perseveró a través de los siglos, hasta que una turba de católicos quemaron el recinto junto a la joven Hipatia (360-415 e.c.), so pretexto, ella instigaba a los jóvenes para ir contra el cristianismo y la biblioteca albergaba títulos paganos. Algunas historias cambian a los católicos por los árabes, usando de prueba una frase achacada al Califa Omar (634-644 e.c.) que dicta: “Si los libros están de acuerdo con el Corán, no tenemos necesidad de ellos, y si estos se oponen al Corán, deben ser destruidos”. Este artículo busca dar mayor luz sobre este edificio, mostrar que la historia no ha sido justa con los involucrados, ni en el auge, ni en el declive de esta edificación y también pretende presentar el proyecto que se visualiza con este espacio virtual y su relación con el original.
Antecedentes
La historia minuciosa del porvenir, las autobiografías de los arcángeles, el catálogo fiel de la Biblioteca, miles y miles de catálogos falsos, la demostración de la falacia de esos catálogos, la demostración de la falacia del catálogo verdadero, el evangelio gnóstico de Basílides, el comentario de ese evangelio, el comentario del comentario de ese evangelio, la relación verídica de tu muerte, la versión de cada libro a todas las lenguas, las interpolaciones de cada libro en todos los libros, el tratado que Beda pudo escribir (y no escribió) sobre la mitología de los sajones, los libros perdidos de Tácito.
La Biblioteca de Babel
El escritor argentino, Jorge Luis Borges (1899-1986) escribió La Biblioteca de Babel, un cuento que nos retrata una gran Biblioteca, un lugar infinito, perfecto, lleno de libros con “todo lo que es dable expresar, en todos los idiomas…” donde el lector podría encontrar “los misterios básicos de la humanidad”, aún así considero que esa visión se queda bastante corta si pensamos en la magnificencia que pudo representar la Biblioteca de Alejandría.
Alejandro Magno (356-323 a.e.c.) se hizo de Egipto, convirtió el Mediterráneo en un mar griego, fundó una ciudad; pluricultural (con egipcios, griegos y judíos), planeada como sede del imperio, visualizó una universidad. Alejandría logró el complejo portuario de mayor importancia de su tiempo, se convirtió en la capital del reino rico y en el núcleo intelectual del mundo griego, a lo que contribuyeron en gran manera su Museo y su Biblioteca, de la cual hablaremos en este espacio. El fin de este recinto era recopilar todo el conocimiento humano, capturar el ingenio de la humanidad, sin importar la época o el país de origen y su desaparición es uno de los peores desastres culturales y simbólicos de la historia.
A la muerte de Alejandro Magno, el imperio se fraccionó, Tolomeo de Soter I (323-285 a.e.c); uno de sus generales, se declaró soberano en Egipto, prosiguió la tarea de su predecesor, de fusionar las culturas en el valle del Nilo, utilizando de manera eficaz la Biblioteca, no solo por cuestiones culturales, sino también políticas. No podemos dejar de lado que tanto Tolomeo, como Alejandro, recibieron una formación académica de excelencia, tradición entre los soberanos, a la cual también se sometieron sus hijos, por lo cual, estos personajes se codearon con prestigiosos poetas, científicos y demás hombres ilustres.
La creencia popular, data la apertura de la Biblioteca en el año 295 a.c., empero, el documento más antiguo en mencionarla es la Carta de Ariesteas a Filócrates, del S. II a.c., texto que menciona que en ese entonces el número de volúmenes contenidos en el edificio era superior a los 200,000. En esta epístola, también se puede leer que el rey escribió al Sumo Sacerdote de Jerusalén, Eleazar solicitándole que se hiciera la traducción de la Torá, interpretación que quedó a cargo de setenta y dos doctores de la ley (seis por cada tribu de Israel), dando lugar a 70 versiones, conocidas como la “versión de los setenta”.
Una vez, un rey poderoso, señor de vastos dominios, quiso, por consejo de un varón muy sabio, constituir en su capital una biblioteca inmensa, que contuviera, a ser posible, todos los libros del mundo. Avanzada ya la tarea, se le informó de que determinado pueblo poseía valiosos —y misteriosos— libros sagrados, que también quiso incorporar a su colección. Incapaz de comprenderlos (por la dificultad de la lengua y por estar escritos en caracteres arcanos) tuvo que recurrir a los servicios de un cuerpo más o menos numeroso de traductores, de intérpretes, que llevaron a cabo su tarea en un lapso de tiempo asombrosamente breve
Fragmento de la Carta de Aristeas a Filócratres
A pesar de contar con registros antiguos que hablan de la Biblioteca y del Museo, ninguno habla de ambas construcciones a la vez, ergo, de manera general se acepta la coexistencia de ambos recintos. Curiosamente, tampoco se han logrado encontrar descripciones de la edificación o la manera en que era usada. Respecto al número de ejemplares no existe un consenso, pues se habla de volúmenes, rollos, “symmigeis”, “amygcis”, más no de títulos u obras completas, lo que dificulta un cálculo acertado, esto sin contemplar que hubieran títulos duplicados y transcritos en griego, cuando el idioma del original era otro. Además de lo anterior, es necesario puntualizar que al menos existió una biblioteca-hija, ubicada en el Templo a Serapis (la portada de este artículo muestra la vista actual de las ruinas), complicando aún más las cifras.
El liderazgo de la Biblioteca estuvo a cargo de hombres ilustres, tales como Demetrio de Falero, Zenódoto de Eféso, Calímaco, Aristarco de Samos, Apolonio de Rodas, Tolomeo filadelfo, Eratóstenes de Cirene, Aristófanes de Bizancio, Tolomeo VIII, algunos de los cuales también figuraron como maestros de los príncipes y escritores de algunas de las obras contenidas en la Biblioteca. De la mano de estas figuras, se recopilaron títulos de diversa índole, entre los que podemos destacar: poesía elegiaca, lírica, épica, yámbica y trágica, comedia antigua, media y nueva, historia, filosofía, medicina, retórica, y miscelánea, de diversos autores como: Homero, Hesíodo, Pisandro, Paniasis, Simónides, Arquíloco, Sófocles, Eurípides, Platón, Antífanes, Filípides, Difilo, Filemón, Filitas, Calímaco, entre otros. Así mismo, el museo fue morada de grandes sabios como Herófilo; quien estableció las reglas de la Anatomía y de la Fisiología, Euclides; padre de la Geometría ,Eratóstenes, reconocido por calcular la circunferencia terrestre, Aristarco; gramático, Claudio Ptolomeo; padre de la Cartografía, entre otros hombres que sentaron las bases de las ciencias.
El declive y la caída
Tolomeo VIII no solo lideró la Biblioteca, también el reino y fue durante su gestión que la ciudad y lo que ella implicaba comenzó a ir en decadencia. Tuvo lugar una gran emigración de hombres ilustres, incluyendo filólogos, matemáticos, músicos y pintores; mismos que dieron clases en las ciudades a las que llegaron, beneficiando de manera académica y cultural muchas regiones. Alejandría dejo de ser la capital del mundo griego, cediendo su lugar a Atenas, aunque la Biblioteca y el museo siguieron funcionando por algún tiempo, desafortunadamente, la emigración ocasionó que la dirección pasara a manos de Kydas; un militar y posteriormente a Onesandro; un sacerdote.
Julio César (44 – 100 a.e.c.) y Marco Antonio (83-30 a.e.c.) suelen ser recordados por sus amoríos con Cleopatra (69-30 a.e.c.), sin embargo, la Historia, también los coloca en Alejandría. Hay fuentes que ubican a Julio César como el causante del primer incendio dentro de la Biblioteca, sin embargo, los materiales del edificio generan dudas al respecto, en lo que coinciden los historiadores es que Julio César mandó a incendiar unos barcos que estaban en el puerto, quemando algunos rollos contenidos en los barcos, alcanzando edificaciones cercanas y probablemente la Biblioteca, mientras tanto, el historiador Plutarco escribió que Marco Antonio donó a Cleopatra Las Bibliotecas de Pérgamo, en compensación por las obras pérdidas en el incendio de la Biblioteca de Alejandría.
Con la toma de Alejandría por parte de Roma, la Biblioteca estuvo a cargo del procurator bibliothecarum (director de las Bibliotecas imperiales) y bajo la protección de los emperadores, sin embargo, es probable que el presupuesto para su conservación haya ido disminuyendo a causa de los costos de estar en guerra permanentemente, guerra que fue mermando los complejos arquitectónicos de la ciudad, incluyendo la Biblioteca y el Museo.
Con el tiempo, Constantinopla se convirtió en la capital del imperio romano relegando aún más a Alejandría, restándole importancia dentro del mundo helénico, aunado al reconocimiento del cristianismo por parte de Constantino (272 – 337 e.c.) que se tradujó en decadencia para el Museo y la Biblioteca, instituciones creadas al “servicio de la cultura clásica pagana”, desde la perspectiva de la nueva religión oficial.
Fanatismo religioso,
más dañino que el fuego y las guerras
Teófilo (?-412 e.c.); patriarca de Alejandría, destruyó Templos paganos y erigió iglesias en su lugar, esto bajo la autorización de Teodosio I (347-395 e.c.); emperador romano. Uno de los Templos devastados fue el Serapeion (Templo de Serapis), edificación que solo era superada en belleza; según Amiano Marcelino (330-400 e.c.), por el Capitolio romano. El cierre de la Biblioteca y el Museo, probablemente se dio durante el reinado de Teodosio, esto tomando como referencia a Paulo Orosio (385-420 e.c.) quien ya hacia mención de los estantes vacíos cuando hablo de su visita a la Biblioteca. Otro suceso a tomar en consideración en la gestión de Teodosio, es su prohibición de las practicas paganas, lo que dio la pauta para que fanáticos religiosos saquearan y destruyeran muchos lugares de culto o con contenido pagano, volviendo a la Biblioteca, blanco de ataques.
Para ese entonces, Hipatia ya contaba con gran reputación dentro de la filosofía, las matemáticas y hasta la astronomía, también era reconocida como superior a su padre Teón (335-405 e.c.). Su número de alumnos era considerable, algunos de ellos eran cristianos; ricos e influyentes, ni ella ni ellos, habían visitado el Templo a Serapis, ella incluso no se sentía atraída por el politeísmo griego, ni por los cultos locales. A diferencia de otros maestros, ella no tuvo problemas para continuar su labor y sus alumnos no tuvieron que buscar otro profesor, tampoco se le vio inmiscuida en las batallas entre cristianos y paganos, sin embargo, la muerte de Teófilo y posterior elección de Cirilo (376-444 e.c.) como nuevo patriarca, cambió el escenario.
La llegada de Cirilo al trono de San Marcos, trajo consigo un mayor dominio episcopal en los asuntos públicos, así como una búsqueda de la fe pura, concretándose una campaña contra los grupos heterodoxos, la expulsión de los novacianos de la ciudad, el cierre de sus iglesias, la confiscación de sus bienes litúrgicos y retirando los derechos de su obispo, para posteriormente ir contra los judíos, apoyando saqueos a sus sinagogas y después desterrándoles. Aunque esto pareciera un conflicto religioso, también tiene sus tintes políticos, pues el destierro de los judíos, reduce el número de adversarios políticos. Todas estas acciones, se realizaron contraviniendo al prefecto Orestes.
Hipatia (Breve reseña)
La inflexibilidad de Orestes hacia Cirilo, tuvo respaldo entre personas influyentes de la región, líderes de la ciudad y sus alrededores. Una de las figuras que dieron su respaldo y amistad a Orestes, fue Hipatia, quien creía en un gobierno civil secular, así como en el diálogo en lugar de la violencia, de igual modo era reconocida por su aporte a las ciencias, como por su facilidad para hacer política y argumentación. Tanto Orestes, como Hipatia, eran fervientes creyentes que la autoridad eclesiástica no debía inmiscuirse en asuntos que correspondieran a las administraciones imperiales y locales, idea extendida entre sus aliados, entre los que figuraban funcionarios de Alejandría, Siria, Cirene y hasta Constantinopla; muchos de ellos con una fe cristiana, de igual modo, Hipatia contaba con amistades dentro de la jerarquía de la iglesia. Todo este círculo alrededor de este par de personajes, causó tensión en Cirilo y sus seguidores.
Cirilo, usa a su favor la posición de Hipatia, quien se codeaba entre las altas esferas, pero no tenía influencia en las masas, ni era considerada una aliada de los grupos paganos de la ciudad. Empieza una campaña de desprestigio hacia ella, la presenta como una bruja ante el populacho, achacándole el peor tipo de brujería, azuzando al pueblo contra ella. Dentro de los rumores en su contra, está el de haber embrujado a Orestes, convirtiéndolo en ateo y ocasionando su aversión contra Cirilo y sus acciones. También se le acusó de haber dividido a la población de ciudad mediante sus hechizos. Los chismes se corrieron entre la comunidad alejandrina, haciendo surgir un grupo decidido a matar a Hipatia.
Hipatia solía pasear por la ciudad, pero en la cuaresma del 415, una turba no le permitió regresar a su casa. Detuvieron su carruaje, la arrastraron hacia la iglesia del Cesarión, donde arrancaron sus ropas y la asesinaron con fragmentos de cerámica, para después llevar su cuerpo fuera de la ciudad y quemarlo en una pira. Ante esta situación, Orestes abandona la prefectura; por razones no muy claras, dejando libre el camino a Cirilo quien se consagra como el “Nuevo Teófilo”.
Los mitos
Como bien se puede observar, Hipatia no era joven al momento de su muerte, ni fue quemada en la Biblioteca de Alejandría, este mito puede deberse al liderazgo que ejerció dentro de esta, aunque en realidad su influencia, también se dio fuera de los muros, incluso sobrepasando los límites de la ciudad. Al respeto, no sobra decir que los cristianos si llegaron a quemar y saquear la Biblioteca, pero, evidentemente sin Hipatia en su interior.
Si los libros están de acuerdo con el Corán, no tenemos necesidad de ellos, y si estos se oponen al Corán, deben ser destruidos.
Frase atribuida de manera errónea al Califa Omar
Como ya se mencionó, la destrucción final de la Biblioteca se suele achacar a los árabes, pero este mito, no solo resulta anacrónico, sino lleno de incongruencias. Se cuenta que Amr Ibn al-Ás ash-Shami (573-663 e.c.), quemó la Biblioteca bajo la orden del Califa Omar (583-644 e.c.), pero no podemos dejar de lado que Amr se apoderó de la ciudad hasta el año 642 de la era común, es decir, más de 200 años después del asesinato de Hipatia. Además de esto, la frase acuñada al Califa, carece de sentido, ya que los moralistas musulmanes pregonaban que los libros religiosos de Judíos y Cristianos, obtenidos en guerra, no debían ser lanzados a las llamas, y que los libros profanos de historiadores, poetas, médicos y filósofos, pueden ser aprovechados por los fieles. Abdul Latif al-Bagdadi (1160-1231 e.c.), escribió en 1200 acerca del incendio de la Biblioteca por parte de Amr, sin embargo, no presenta pruebas que respalden su tesis, además muestra cierto sesgo en sus escritos, al endilgar todos los males del mundo a Omar.
La Biblioteca no desapareció por un incendio único, fue eclipsando de a poco debido a las constantes guerras en la región, las invasiones, los saqueos, las conquistas y reconquistas de la ciudad, la degradación natural del papiro, el fanatismo religioso y político, la decadencia económica y cultural, la falta de fondos, pero también por la la pasividad y la desidia, pero resulta más romántico el final dramático de un gran incendio convirtiendo en cenizas el esfuerzo humano. El número de ejemplares perdidos en la Biblioteca de Alejandría; sin olvidar los de la Biblioteca hija y los destruidos en la quema del puerto, es incierto, pero es un hecho que su destrucción es uno de los desastres culturales, literarios y científicos más graves de la Historia.
La [Nueva] Biblioteca de Alexandría,
el Templo del saber
La historia es bastante compleja para creer en relatos simples como los plasmados en la introducción de este trabajo, hay que deshebrar los hechos, tratar de corroborar que las fechas tengan congruencia, los personajes hayan coincidido históricamente, indagar en el contexto en que se dieron los hechos y no juzgarlos como si estos ocurrieran en la actualidad. Es con esta visión, que pretendemos montar una Biblioteca virtual y llevarla a alcanzar la gloria alcanzada por el recinto de Alejandría, pero sin su ocaso .Esta web pretende convertirse en un Templo del saber, un lugar donde el lector pueda encontrar temas interesantes, pero, sobre todo, pueda tener más de una visión de las cosas. Buscamos romper paradigmas, pero también abrir un espacio para que otros puedan expresar sus pensamientos y reflexiones sobre política, filosofía, historia, economía, finanzas, emprendimiento…
EL EQUIPO
El equipo esta conformado por una administradora bastante hedonista que le gusta ver el mundo arder; amante de los libros y los viajes con una curiosidad insaciable que contagiara al lector, un economista amigo del humor negro y el sarcasmo; capaz de exprimir hasta el último céntimo de cada opción con la capacidad de abrir tu visión financiera hacia nuevos horizontes, un interprete distraído hasta el hartazgo; pero apasionado por las letras y las curiosidades que tiene la Historia Universal, un programador tan enfadoso como pacifista; pero con un ingenio que lanzara esta plataforma a confines que el resto de integrantes aún no imaginamos y un mercadólogo bastante ególatra; pero con gran sentido del humor y con la creatividad suficiente para atraer tu atención…
El futuro
Como fundadores y parte medular del proyecto, aspiramos a conformar una comunidad que comparta sus pasiones, pretendemos alcanzar una colectividad generadora de contenido con valor intelectual, comprensible y accesible, con el fin de concientizar al mundo. En esta etapa, somos pocos, pero sabemos que tenemos el potencial para llegar a convertirnos en la asociación digital más confiable, en la entidad virtual generadora de contenido más grande de América Latina y, ¿por qué no?, del Orbe. El Mundo es un lugar Kafkiano, pero tenemos la capacidad de adaptarnos a cada transformación, empoderar tanto a los lectores como a nuestros colaboradores; somos auténticos agentes de cambio, tenemos la creatividad y tenacidad, pero, sobre todo, lo que en esta realidad podría ser un acto de herejía social: tenemos un pensamiento crítico y analítico que se requiere para volver a levantar la [Nueva] Biblioteca de Alejandría, piedra angular para la divulgación del saber universal.
Así como el edificio original no se limitó a la literatura, pues también contaba; al menos, con un museo, este sitio tiene grandes planes para el futuro. Quizá no solo reedifiquemos dicha construcción. Tal vez alcancemos la gloria romana, no a través de imperios, pero si creando rutas comerciales a través del Blockchain, pero, esa es otra historia de la que les daremos noticias más adelante.
Temas a abordar
Antes de cerrar conviene dar una breve pincelada a los principales tópicos en que pretendemos tratar:
Sociedad y Cultura: sección en la que indagaremos en aspectos socioculturales contemporáneos examinando como la política y la filosofía están inmersa en la cotidianeidad de las cosas.
Historia: fracción dedicada a desmenuzar los hechos históricos con el fin de desmitificarlos. Economía y Finanzas: apartado donde iremos más allá del dinero fiat explorando el Mundo Crypto, la bolsa y
todo alrededor de los bienes de intercambio.
El análisis de la semana: lugar diseñado para examinar el comportamiento de los mercados de valores. Emprendimiento: división creada para fundamentar verdades sobre esta cuestión y alejar falsos mitos de la
verborrea tradicional sobre este tipo de contenido.
Reseñas: espacio destinado a hablar sobre libros, películas, series, canciones, plataformas web, etcétera.
Enlaces externos:
1611: revista de historia de la traducción = a journal of translation history = revista d'història de la traducció
El incendio de la Biblioteca de Alejandría por los árabes: una historia falsificada
Enciclopedia Católica
La Biblioteca de Babel
Hipatia de Alejandria por Maria Dzielska
Revista general de información y documentación